viernes, 3 de octubre de 2014

Cerrar etapas

¿Por qué es tan doloroso cerrar etapas? Despedir a alguien, es que tanto nos aferramos a ese deseo, a ese sentimiento, a esa persona que cuando ya no está más creemos que no vamos a ser capaces de respirar, de levantarnos al día siguiente, salir de la cama y secar las lagrimas para tratar que nuestros ojos tomen forma humana de nuevo, y creer aunque de manera engañada, que nuestro corazón va a volver a ponerse tierno otra vez, como si estuviera listo para estrenar.
¿Es que el corazón en algún momento vuelve a su estado original?
Pensamos que no hay nada que ayude, nada disminuye el dolor, solo pequeños momentos que van desde ir al gimnasio a descargar, internarse en la peluquería para vernos “como nuevas”, bajarse una botella de vino, o enchufar por 2hs a una amiga, para que después de tantos consejos, retos y palabras, lleguemos a nuestra casa en busca del primer almohadón, para así caer rendidas en llanto, un diluvio de lagrimas que nada lo calma.
Sacar de nuestro corazón a esa persona... Siempre nos dicen que es mejor, que todo pasa, que algo mejor va a llegar, algo nuevo está por venir… pero alguien puede entender nuestro sentimiento de vacío? El volver a comenzar, sin esa parte que bien o mal, nos gustaba, esa parte que aunque poco, estaba cada tanto y nos hacía sentir especiales.
Volver a confiar, volver a escuchar otra historia, tomar de la mano, cerrar los ojos, sentir emoción en los labios, en la panza. Llorar de alegría, y llorar de tristeza, soltar, dejar ir.
¿Duele así?
Como dijo un grande: “Poder decir adiós, es crecer…” ¿?

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